Esa pérdida de la fe, la inocencia que se fue en
trazos que justo en este momento definen su futuro, y se ha de notificar Desaparecida. ¿Desaparecida de dónde? quizás usted amigo
lector al ver este trabajo (individual) gráfico-urbano, de la Diseñadora Gráfico
Faride Mereb, se encontrará en la bifurcación de sentidos y sentimientos
yuxtapuestos, partiendo de que su origen (a juicio personal) desconocemos,
más no implica forjar un criterio como transeúnte. No obstante, la pérdida de
la identidad se hace una retórica en esta propuesta, el cual nos hace formular
las siguientes preguntas:
¿Desaparecida
su infancia?
¿Desaparecida
de sus primeros recuerdos?
¿Desaparecida al desapego del ego?
Henri
Laborit en su libro La Paloma Asesinada señala
respecto:
“La memoria a largo plazo es
necesaria para saber que una situación ya ha sido experimentada como agradable o desagradable y para aquello
que se ha convenido en llamar un afecto pueda, en
consecuencia, desencadenarse mediante su aparición o por cualesquiera situación
que a priori
no sea posible clasificar en uno u otro tipo de los precedentes como
consecuencia de un déficit información al
respecto al mismo.”
Quizás
podamos emplear la palabra “Memoria” para referirnos a la propuesta gráfico-urbano Desaparecida de la Diseñadora Faride
Mereb, tomando en cuenta que muchas veces carecemos de una “memoria” para
recordar.
Fácilmente
hace un reclamo a su niñez, esa pequeña que creció y aun crece, busca entre
todos los citadinos que la identifiquen, quizás por bendiciones hagan saber que
ha crecido en medio de soledades y desapegos o simplemente parte del carácter
contestatario de decir, ¡Aquí estoy! esa Desaparecida
creció y es lo que ves.
La descontextualización del mensaje quizás deja algo implícito, cualquiera de
nosotros puede ser un desaparecido hasta que te encuentres, a menos que sea
tarde y necesite que otro te reconozca y no sean los que forjaron tu infancia,
ni aquellas cosas que olvidas al paso del tiempo, todo gira en dirección
contraria a las manillas del reloj. Conjuguemos el verbo:
Desaparecer
Yo
Desaparezco
Tu
desapareces
El
Desaparece
Ella
Desaparece
Nosotros
desaparecemos
Ellos
Desaparecen
Todos
somos invisibles para bien o para mal. Ahora cabe la pregunta ¿Ella se “encontró”
consigo misma? pero ¿Hacia dónde van sus pasos? Sólo ella lo sabe. Hasta que
vuelva a desaparecer. Y será así hasta que la memoria haga estragos o seamos
los últimos en reconocernos.
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