
No es tanta la sobriedad que se deshizo de mí, sólo fue ese toque, ese roce de piel y dedos, que impulsaron mi líbido. Podrá ser desesperante pero cuando la lujuria toma forma de tacto, el orgasmo se palpa y se amolda.
Una caricia va y otra se devuelve, no existian miradas de por medio solamente mi espalda fue la mella de esa sensación. Sentí bajar sus dedos por mi mano que de alguna manera se posaban allí, toda ella, suave y tibia.
Hacía pequeños circulos en los nudillos mientras mi pulso se agrietaba y era un derrame de excitación. Ella sabe que lo disfrutaba, a pesar de que no sabía quien demonios era. No voltie para ver su rostro, no lo hize por respeto a la orgía de diez dedos que se mezclaban unos con otros. Supe de un principio que eramos unos desgraciados Frouteuristas, hambrientos y urgidos de una caricia o tal vez andabamos solos, necesitados de un impulso erótico para alegrar nuestra mañana.
Lástima que estas líneas no puedan tocar tu dedo mientras lees, porque de igual manera me gustaría contagiarte de placer.
1 comentario:
Dios!! que exitante!! no puedo opinar como un especialista en literatura, pero si como alguien a la que tu relato le provoco un suspiro y un calorcito increible. si me pudieras ver podrias mirar la sonrisa de alguien que le gusta lo que acaba de leer.
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